Justo al lado de Casillas, Lineker y Forlán: “Pata Bendita”
14 de Noviembre 2025 | Publicado por: Diario Concepción
Osvaldo Castro, ex artillero de D. Concepción y máximo goleador chileno, entró al Salón de la Fama del Fútbol. Marcó 358 goles, apareció en el cine junto a “Chespirito” y su venta permitió comprar los campos de Nonguén.
El “Pata Bendita” llegó a nuestra zona desde La Calera, en 1969, y un tercio de los 150 mil escudos que costó su pase fueron reunidos por los propios hinchas de D. Concepción. En el “León” marcó diferencias de entrada. El primer año con Rubén Acuña arriba y los dos siguientes compartiendo cancha con Pinochet, Urrizola, Viveros, Rolando García, Haroldo Peña, Werlinger, Mohor y Cantatore, entre otros.
Vestido de lila consiguió 61 goles en 89 partidos. Una brutalidad, incluyendo, los 36 tantos que le dieron el título de máximo artillero del torneo chileno el “70, superando a Messen, Zárate y Caszely, entre otros insignes de aquella época.
El América de México lo compró en 1,5 millones de escudos. Ahí hizo dupla ofensiva con Enrique Borja, que era el ídolo de “Chespirito” y así llegó a participar en la recordada película “El Chanfle”. Castro se transformó en eminencia y personaje en un país donde también fue máximo anotador y logró 40 goles en una temporada.
En la selección convirtió 7 veces en 28 encuentros, incluyendo golazos a Brasil en el Maracaná y Checoslovaquia en Collao. Se lesionó justo antes del Mundial de Alemania “74.
Su ex compañero Julián Urrizola recordó hace un tiempo en el DiarioConcepción que “era mucha ventaja jugar con el Pata Bendita. Podía estar solo arriba, le tirabas un pelotazo y tenía muchos recursos. Todos se quedan con su tremendo remate de zurda, pero también era muy rápido y hábil. No se quedaba entrenando ni pateando de más, su pegada era natural”.
El ex mediocampista lo recuerda como un tipo “alegre, sencillo, bueno para la talla” y cuenta que un día dijo “soy feliz con lo que hice. Pude haber hecho más, pero para qué”.
Este miércoles, en México, tomó el micrófono y agradeció a sus compañeros. Con la sencillez de siempre aseguró que sin ellos no habría logrado nada. Lo dice un goleador que es noveno a nivel sudamericano, número 23 de la historia mundial y ahora se sienta en el mismo salón donde el año pasado también entró Iván Zamorano. Osvaldo es de otra galaxia, pero algún día bajó a la tierra y caminó por Concepción.