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Un centro de visitantes abre las puertas al turismo rural en Caramávida

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Fotografía: Cedida
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La comunidad dio un paso significativo hacia el desarrollo turístico sostenible con la inauguración de este espacio que busca promover el desarrollo económico local.

La estructura se alza como una antesala al Área de Alto Valor de Conservación de más de 20 mil hectáreas que protege la empresa ARAUCO y que cada año atrae a miles de visitantes de todo el país. Con una superficie de 200 metros cuadrados, este Centro será una plataforma para la promoción del turismo local, la comercialización de productos del campo y la articulación de servicios asociados a esta zona, parte de la Cordillera de Nahuelbuta.

Con una mirada con identidad local, compromiso con la sostenibilidad y una apuesta por el turismo como motor de bienestar para las familias, el Centro representa un ejemplo concreto de trabajo colaborativo entre comunidades mapuche, pequeños agricultores, emprendedores turísticos, autoridades locales y la firma forestal.

De esta forma se busca visibilizar el esfuerzo de emprendedoras locales como Mirta Antileo, quien ha vivido desde siempre en Caramávida y que ha hecho del trabajo en torno a la tierra una forma de vida. “Yo vivo sola, pero no paro. Tengo café de maqui, harina tostada, tortillas, vendo huevos, hago chicha y mermeladas de membrillo”, sostiene con orgullo. Sobre el nuevo Centro de Visitantes opina que “va a atraer más gente y nos comprarán nuestros productos”.

Diálogo y participación

La idea de este Centro de Visitantes nació en la Mesa Territorial de Caramávida, un espacio de diálogo y coordinación entre la comunidad indígena Pichicaramávida, el municipio de Los Álamos, la Cooperativa de Ecoturismo local, la junta de vecinos y ARAUCO, en la búsqueda de iniciativas que vinculen la conservación de la biodiversidad del valle con el desarrollo productivo sostenible de sus habitantes.

Aldo Ríos, jefe de Patrimonio de ARAUCO, cuenta que “aquí se detectó la necesidad de contar con un espacio que permitiera recibir a los visitantes, orientarlos y, al mismo tiempo, dar visibilidad al trabajo de los emprendedores del valle”.

“El centro es fruto de una escucha activa”, señala por su parte David Gutiérrez, subgerente de Patrimonio de ARAUCO. “Hemos colaborado en temas educativos, de mejora en el acceso y la calidad del agua potable y también de conservación del ecosistema. Ahora, con este espacio de encuentro, que es la puerta de entrada al valle, aspiramos que tenga un efecto palanca, que despierte nuevas inversiones del Estado y fomente el emprendimiento local”, asegura Gutiérrez.

Turismo y desarrollo

La iniciativa tomó forma tras una gira técnica al sur de Chile, organizada por la Cooperativa de Ecoturismo de Caramávida. “Nos trajimos la idea de replicar algo similar acá, pero a nuestra manera”, explica Sandra García, su gerente. “Partimos con esta infraestructura, pero ya viene el escenario, los puestos de artesanía, cocinería… Queremos que esto sea sostenible, circular, con trabajo real para nuestra gente”, asegura. A pocos metros del centro, se encuentra el acceso al Área de Alto Valor de Conservación, un refugio de biodiversidad y senderos rodeados de araucarias, helechos y aves endémicas. “En invierno, Caramávida recibe a muchos visitantes por la nieve. En verano, los ríos y paisajes verdes invitan al descanso”, comenta Carmen San Martín, presidenta de la comunidad Pichicaramávida. “Antes costaba confiar, pero con ARAUCO logramos un trabajo colaborativo. Esto lo hicimos juntos”, asegura.

Para el alcalde de Los Álamos, Pablo Vegas, este hito confirma que “cuando la empresa pone la mirada en su comunidad, se logran hechos concretos. Este centro permite que emprendedores, artesanos y vecinos tengan una posibilidad real de fabricar y vender productos que antes se quedaban en sus casas”.

Mirando al futuro

La comunidad sabe que este es apenas un primer paso. “Este es nuestro salón principal”, insiste Sandra García. “La idea es consolidar un circuito turístico sostenible, con identidad local y trabajo permanente para los habitantes del sector”.

Caramávida, un rincón poco conocido de Chile, quiere mostrar al mundo lo que tiene: paisaje, cultura y resiliencia. Y desde ahora, tiene una puerta abierta para recibirlo.