Evidencias estiman que cerca del 5% de la población mundial tiene un grado de sordera, hay casos de nacimiento y otros adquiridos por causas como traumas y patologías, algunos total o parcial. En Chile no hay cifras actuales, pero por el Segundo Estudio Nacional de la Discapacidad (2015) se estima que hay más de 180 mil personas con sordera total.
Miles deben desenvolverse en una sociedad de oyentes, lengua hablada y sonidos, donde no pueden comunicarse en plenitud. La comunidad sorda es también una cultura identificada con la lengua de señas que permite expresarse con sus manos; como puede pasar con un extranjero que no habla español, hay una barrera idiomática que genera brechas comunicativas entre oyentes y sordos, y exclusión en varias circunstancias cotidianas y relevantes para el bienestar.
Es una problemática que escolares de cuarto medio del Colegio Almondale de San Pedro de la Paz quiere ayudar a solucionar, acercando la lengua de señas desde sus aulas a la comunidad oyente.
Un manual comunicativo y un guante biónico que traduce movimientos son los prototipos que desarrollaron y sueñan como soluciones reales. Lo que partió como una propuesta para aprobar la asignatura de Aprendizaje Basado en Proyectos de siete jóvenes que apenas hablaban a inicios de 2025 se volvió el anhelo común de unos amigos que quieren realizar, incluso tras el fin de su etapa escolar juntos y un futuro con diferentes caminos académicos.
De la idea al prototipo
Katarí Muñoz contó que la idea e interés nace porque ninguno estaba familiarizado con la lengua de señas, menos sabían de las brechas y problemas que rodean. “No conocíamos la lengua de señas, desconocíamos el tema y no sabíamos cómo la gente sorda se podía relacionar con la gente oyente. Por eso nos interesó”, relató.
¿Qué pasa si me encuentro con una persona sorda y necesita pedir o saber algo?, se preguntaron. La respuesta fue un manual comunicativo que permita entablar diálogos comunes. Luego se complementó con un guante biónico capaz de hacer señas.
Los jóvenes dividieron labores y desafíos para avanzar en un ambicioso proyecto al que dedicaron varios meses para entregar la mejor versión, valorada por su potencial de impacto socioeducativo.
“El manual se hizo pensando que se difundiera en colegios, para que niños sepan qué es la lengua de señas y nociones básicas de ésta”, explicó la estudiante.
El documento tiene varias unidades que abordan desde qué es la lengua de señas y gramática, a vocabulario y conceptos. Los contenidos incluyen textos e imágenes, y cada unidad incorpora un código QR que lleva a un canal de Youtube creado por el equipo con videos explicativos.
Muñoz relevó que el manual se nutre de contenidos de Lense Biobío, empresa dedicada a enseñar e interpretar lengua de señas chilena. Además, hubo retroalimentación de una profesora de escolares sordos y una persona sorda, clave para enriquecer y valorar el material.
Como innovador complemento está el guante biónico que puede traducir señas tras digitar instrucciones, destacó el estudiante Cristian González.
Hoy es un demo, prototipo digital, que traduce letras y deletrea palabras. “Nuestro objetivo es lograr que complete palabras y frases. Para eso es necesario programarlo con otras herramientas”, aclaró.
Hacia el sueño
Para que sus prototipos sean una solución real necesitan más perfeccionamiento, herramientas y tiempo. Eso les proyecta más allá del colegio. “El próximo año será complicado, la mayoría quiere entrar a la universidad, pero también queremos seguir este proyecto”, afirmó Katarí Muñoz.
Ya han tenido reuniones con Corfo para explorar posibilidades de apoyo y desarrollo, pero sobre todo están abiertos y deseosos de recibir ayuda de especialistas que permita avanzar del sueño a la realidad, y brindar una solución que propicie la inclusión.
Visibilizar y valorar la cultura sorda: un reto social
El gran aporte a la inclusión y socioeducativo está promover un cambio desde la cultura oyente.
Margarita Montecinos, educadora diferencial, intérprete de lengua de señas e hija oyente de sordos (CODA, por sigla en inglés), se vinculó con el grupo para evaluar y retroalimentar los prototipos desde su crucial experiencia como parte de la cultura sorda sin serlo, conociendo tanto su riqueza como las brechas y retos sociales que existen.
“La lengua de señas tiene características gramaticales como cualquier lengua, pero es ágrafa (no se escribe) y es visual, y es parte fundamental de la cultura sorda y un patrimonio intangible, y al ser una lengua viva su legado sigue enriqueciéndose en las comunidades”, explicó la profesora del Colegio Bicentenario España de Concepción donde trabaja con escolares sordos, e intérprete en Lense Biobío.
Al respecto, relevó que la cultura sorda tiene riqueza lingüística, pero también son una minoría e invisibilizados en una sociedad construida desde y para oyentes en la que cada día enfrentan críticas dificultades comunicativas, que terminan por limitar el acceso a espacios elementales y derechos como educación y salud, e impacta su desarrollo integral y bienestar.
“Las personas sordas cada día enfrentan barreras que comienzan en sus hogares, con familias que se niegan a aprender la lengua de señas y obligan a aprender a escuchar y hablar a sabiendas de las dificultades. Está documentado como el síndrome de la cena familiar’, donde las personas sordas enfrentan día a día la incomunicación con sus familias, privándose del diálogo familiar y la socialización que necesitan como seres humanos”, advirtió.
Además, predomina el enfoque biomédico y oyente que perpetua la mirada asistencialista de ayudar y arreglar algo que se considera defectuoso, buscando soluciones para mejorar o brindar la capacidad auditiva, en vez de conocer y valorar su cultura y diversidad.
“Debemos visibilizar las necesidades de las personas sordas y sentirlas propias. La comunidad sorda es una minoría lingüística que tiene una cultura rica en vocabulario y costumbres desconocidas para el mundo oyente. Necesitamos avanzar hacia una mirada socioantropólogica que muestre la cosmovisión de las personas sordas y las visibilice como lo que son: seres humanos que se comunican en otro idioma, con los mismo derechos que una persona oyente”, manifestó.
En ese horizonte es que un avance crucial es difundir y enseñar la lengua de señas dentro de la sociedad, idealmente desde etapas tempranas.