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UdeC campeona desde la sicología deportiva: liderazgos, tareas y meditación

Diario Concepción
Fotografía: Paulo Inostroza
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“Al principio, la activación antes de los partidos era algo nuevo para el cuerpo técnico. Después ya llegaba con mis luces led y mis chiches a todas las canchas. Los jugadores me reconocían que entraban más enchufados desde el primer minuto”, cuenta Ricardo González. El sicólogo deportivo llegó a la UdeC el 2023, trabaja con 8 deportistas a nivel olímpico y, aunque le gusta el bajo perfil, también sumó en una arista importante del campeón.

Asegura que “el sicólogo deportivo se ha posicionado más en Chile, hay más colegas y posgrados, pero todavía tenemos que diferenciarnos de los couch. Esa es una área quizás más del Ingeniero Comercial insertada en el deporte, pero solo eso. Yo todo lo que hago es medible y demuestro esos progresos y cómo generamos autocontrol, confianza, estados de calma o predecimos situaciones. Estamos profesionalizando esta función”.

Este año todo partió con la conformación del equipo y señala que “el filtro de perfil pasa principalmente por el profe, donde se eligió con pinzas desde lo deportivo y también lo social. Lo que sí hice fue entrevistarlos a todos para conocer su familia, su historia de vida, sus expectativas. Su entorno, pero también qué buscan. Es un grupo que se tiene mucho cariño y se construyó una familia”.

Y como en toda familia hubo momentos no tan buenos. “Nos costó en partidos que si ganábamos nos metíamos arriba, como Concepción, Wanderers o Cobreloa. No podíamos dar ese salto y había que hacer algo. Hicimos encuestas aleatorias a los jugadores: cuál fue tu impresión del partido y qué deberíamos mejorar. Ellos mismos decían: nos falta más carácter, jerarquía, entrar más activos. Lo difícil después es cómo trabajar esos conceptos. Le dije al profe, que así como usted les exije todo el partido que corran, que metan, esto tiene que partir desde el primer entrenamiento de la semana. Él me respondió “hay que meterles corriente” y yo le dije sí, pero sin electrocutarlos”.

El cambió se notó. González repasa que “el 4-1 a Concepción fue donde ya demostramos jerarquía y lo hicimos con un fútbol vistoso. Ahí comenzó la seguidilla de triunfos. El profe trajo piezas que respondían a una idea de juego y todos se sentían cómodos. Cristián es ultradetallista.

Nosotros llegábamos a las 9 y él ya estaba ahí y si me quedaba hasta tarde seguía ahí todo el día. Abril fue duro, 4 fechas sin ganar, pero yo estaba seguro que Cristian era y todo el plantel le creía. Gestionamos esos momentos duros para generar aprendizajes”.

Líderes sociales

Se habla mucho del aporte de los experimentados del grupo. El sicólogo de la UdeC detalla que “hay también liderazgos sociales, donde tenemos a Nacho Herrera, el de la arenga, muy de piel y otro que es muy clave en eso es Canessa. Es un líder que reúne, es gracioso, distendido y aporta mucho desde lo suyo. Es distinto al liderazgo de tarea, que es el jugador que habla en la cancha, como Rocky (González)”.

Al respecto precisó que “cuando Osvaldo se sumó este año, el profe le pidió llegar a menos de 40 de pliegues y su disposición siempre fue total, tipo de alto rendimiento. Campe es de ese mismo estilo y ya al final también sacó más voz, la arenga. Hice un sociograma donde definimos esos liderazgos y trabajamos eso con el profe, que ellos tomen esa posta de liderar”.

Cuando quedan pocas fechas y se es líder aparece la tensión, ansiedad. ¿Cómo se llevó eso? “Es difícil no ver a tu familia, pasar tiempo sin ver a tu hijo de un año, hay que entender muchas variables, pero hacer que el jugador se enfoque en su tarea. Orientarse a la tarea es clave también para llevar la recta final, cuando quedan pocos partidos. Le hacía sugerencias a Cristián de que el discurso siempre fuera solo hacia el siguiente partido, los 100 minutos que siempre hablaba. Mirar siempre a corto plazo”.

Y recuerda que “Cristián nos mostró el Everest en una charla, donde salían todos los partidos que hemos pasado en un power point, en un círculo verde estaban los triunfos y era bonito verlo. El grupo no salió golpeado después del 0-3 con Antofagasta, fuimos propositivos y nos enfocamos en que si ganábamos los dos partidos éramos campeones”.

Otro puntazo fue el acercamiento entre la gente y el equipo. González comentó que “me tocó conversar y entregar un mensaje a los líderes de la hinchada, por eso fui al programa Pandemia Forera justo cuando había fallecido mi suegra, pero sentí que era importante porque habíamos perdido con Antofagasta y había que ser positivos. Luego la gente viajó 1.100 kilómetros solo para apoyarnos en el hotel. Eso fue inspirador para los chiquillos. Dijeron: aquí no podemos perder”.

Software y luces

Del 3-0 en Copiapó relata que “cuando entramos a calentar a la cancha con todo en contra, los vi y noté que no íbamos a perder. Muchos familiares estaban en una caseta para 20 personas y otros medio dispersos en la galería. El jugador sentía eso. La dirigencia nos llevó a todo el staff y a todo el plantel, los no citados también. Fue toda la familia UdeC”.

Y en las últimas semanas fue clave sacarse la tensión. “Los chicos se juntaban, hacían algún asadito a media semana y Rocky armó algunos paseos a la playa. El cuerpo técnico jugaba una pichanga contra los del fútbol joven y era cábala no perder. Eso nos unió más, salían muchas tallas para hablar en la semana. El profe es muy cercano al jugador y confiaba en que sabían autorregularse. Su liderazgo es súper democrático, cariñoso, pero a la vez exigente. El entrenador termina siendo un papá y si el papá es permisivo es difícil que haya disciplina, pero si el papá es autoritario hay miedo al castigo y no genera autonomía”.

El trabajo de González incluyó asesorías individuales al 70 por ciento del plantel, levantar la interna, trabajó con el fútbol femenino que peleaba por no descender.

Explica que “antes del entrenamiento tengo una hora, hablo con dos o tres jugadores y trabajamos con herramientas neurodeportivas, las luces led y software (de Canadá y Dinamarca) que ocupo desde los Juegos Olímpicos. Trabajamos meditación, aparatos de neurofeedback que miden ondas cerebrales, estados de calma y elaboración cognitiva. Mido todo y se lo voy mostrando al jugador”.

El profesional, de 43 años, indicó que “los impactos y avances son todos cuantificables. La activación antes de los partidos lo hacíamos antes de la activación física con Felipe Ortiz, instalaba todos mis chiches antes de los partidos en la cancha que fuera. Por lo menos 8 variables tanto cognitivas como visuales y ellos lo valoraban”.

Como ejemplo, narra que “Romo se desgarró, le iba a tomar 8 semanas recuperarse, pero incluimos la meditación y trabajar la visualización, o sea, en un estado de relajación imaginar como tus fibras musculares se van regenerando. Así logramos que volviera en solo 6 semanas. Con esto manejamos frustración, ansiedad. Es una pega con hartas aplicaciones, no solo conversar la parte emocional”.

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