Más de 1 millón 300 mil personas están habilitadas para votar en la Región. Especialistas señalan que voto femenino podría incidir significativamente.
A una semana de los comicios presidenciales y parlamentarios del 16 de noviembre, la Región del Biobío se perfila nuevamente como un escenario clave en la definición electoral del país.
Según el Padrón Electoral Definitivo publicado por el Servicio Electoral (Servel), la Región cuenta con 1.379.927 votantes habilitados, lo que la mantiene entre las tres más grandes del país, junto a la Metropolitana y Valparaíso.
De ese total, 711 mil 360 son mujeres (51,5%) y 668 mil 567 hombres (48,4%), consolidando una mayoría femenina que se ha mantenido constante en los últimos procesos electorales y que, según las especialistas, podría incidir de forma significativa en los resultados del próximo domingo.
Un electorado maduro y mayoritariamente femenino
El análisis del padrón muestra que el votante del Biobío es mayoritariamente adulto, con un fuerte peso de los segmentos entre 30 y 59 años, que suman más de 720 mil personas, equivalente a más de la mitad de los electores.
El grupo más numeroso corresponde al tramo de 30 a 39 años, con 258 mil 522 inscritos, seguido por los 50 a 59 años (240 mil 093) y los 40 a 49 años (223 mil 085).
Los jóvenes de 18 a 29 años representan un 19% del padrón, mientras que los adultos mayores de 60 años o más alcanzan el 28%, es decir, cerca de 390 mil personas.
Para la académica Lesley Briceño, docente de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo (UDD) sede Concepción, estas cifras confirman un fenómeno estructural.
“El envejecimiento del padrón electoral refleja lo que ya muestra el país en su conjunto: una sociedad que envejece y donde ese envejecimiento tiene rostro femenino. Las mujeres vivimos más y somos más en número, lo que se traduce también en mayor presencia en las urnas”, explicó.
Briceño agrega que esta tendencia no solo responde a una cuestión demográfica, sino también a un patrón histórico de comportamiento cívico. “El Servel ya había advertido que las mujeres tienden a participar más electoralmente. Incluso si la población estuviera equilibrada en un 50/50, las mujeres seguirían votando en mayor proporción. La participación femenina ha sido tradicionalmente más alta y eso influye directamente en las estrategias de campaña”, señaló.
La mirada conservadora y el peso de la experiencia
Según la analista de la UDD, la composición etaria del padrón configura un electorado con características más estables y menos propenso a cambios abruptos. “Nos encontramos con un votante mayor, sobre los 30 e incluso sobre los 60 años. Cuando uno analiza el comportamiento electoral de las mujeres y de los electores mayores, se observa que tienden a votar en contextos más conservadores. No necesariamente hacia la derecha, sino en la línea de mantener lo que históricamente han apoyado”, explicó.
Este comportamiento podría marcar el tono de los resultados en comunas como Concepción, Talcahuano, Los Ángeles y Coronel, donde se concentra gran parte del padrón regional.
Briceño enfatiza que el análisis de los comportamientos históricos de las mesas y locales de votación permitirá comprender mejor las dinámicas que podrían repetirse. “Tenemos la experiencia reciente de la elección con voto obligatorio del año pasado, y eso puede darnos luces de lo que podría ocurrir ahora, casi un año después”, puntualizó.
El retorno del voto obligatorio: el factor joven
Una de las principales novedades del proceso electoral de 2025 es el retorno del voto obligatorio en elecciones presidenciales y parlamentarias, algo que no ocurría desde 2012. Este cambio, advierte Briceño, podría modificar sustancialmente la composición del voto efectivo, especialmente en los segmentos más jóvenes.
“El voto joven, de entre 18 y 29 años, tradicionalmente ha mostrado menor participación en contextos de voto voluntario. Pero ahora deberán participar por obligación legal. Es un segmento que se moviliza más por causas que por ideologías, por temas como el medioambiente, la educación o la inclusión. Quien haya logrado interpretar esas inquietudes, probablemente obtendrá un buen rendimiento electoral”, señaló.
La académica advierte, sin embargo, que se trata de un electorado nuevo dentro del contexto obligatorio: “Estos jóvenes no han votado masivamente antes, por lo que podríamos estar frente a un votante ‘obligado’, que no se identifica necesariamente con un partido o candidato, pero que tendrá que pronunciarse. Eso podría alterar la balanza entre los principales postulantes”.
Un electorado menos ideologizado y más volátil
Desde otra mirada, la politóloga Jeanne Simon, académica de la Universidad de Concepción, coincide en que el perfil del votante del Biobío ha cambiado respecto a décadas anteriores.
A su juicio, los factores históricos que definieron por largo tiempo las preferencias, como la división entre dictadura y democracia, han perdido centralidad. “Para las personas mayores de 50 años, esa dicotomía marcó durante mucho tiempo el voto. Pero hoy ese eje se ha diluido. Los partidos ya no están tan ideológicamente estructurados, y eso ha abierto espacio a un electorado más pragmático y menos predecible”, explicó.
Simon señala que los adultos mayores siguen teniendo preocupaciones claras, especialmente vinculadas a la seguridad ciudadana y la estabilidad económica. “Muchos de ellos buscan mayor seguridad en sus territorios y se muestran reacios a aumentos de impuestos, lo que responde a sus propias condiciones económicas. Esa prioridad podría influir en su inclinación hacia ciertos candidatos”, agregó.
Asimismo, la presencia de candidatas mujeres en los bloques principales podría tener un efecto simbólico relevante. “La mayor proporción de mujeres en el padrón no implica automáticamente un voto por candidatas femeninas, pero podría favorecer una mayor identificación o atención hacia sus propuestas, especialmente en temas de cuidado y equidad”, sostuvo.
Otro fenómeno que destaca la analista de la UdeC es la difuminación del eje ideológico tradicional. “Hoy vemos candidatos que buscan moverse hacia el centro para captar electores que no votarían por su partido. Por ejemplo, figuras como Jeannette Jara, del Partido Comunista, han intentado proyectarse hacia el centro político. Lo mismo ocurre en la derecha, donde también se modulan los discursos”, señaló.
Simon menciona además el surgimiento de candidatos sin posicionamiento ideológico claro, como Marco Enríquez-Ominami, Franco Parisi y Harold Mayne-Nicholls, quienes disputan el voto de centro con propuestas más técnicas o de gestión. “Ya no se percibe una división tan nítida entre izquierda y derecha. El votante evalúa más la capacidad de gobernar que la ideología, lo que vuelve la decisión más volátil y abierta”, afirmó.