Fueron cerca de 30 años en las filas de la Armada. Ahí tras el paso por la escuela matriz, distintas unidades a bordo y los astilleros de Asmar, Juan Montecinos (47), conoció el interior, exterior y lógicas de la construcción de una obra naval.
Oriundo de Talcahuano, este marino retirado, tomó la posta de su padre y otros parientes cercanos que fueron parte de la marina de guerra.
Tras su ingreso a la institución en 1996, no fue hasta 2015, en medio de una comisión a Cabo de Hornos que este buzo de salvataje construyó su primer barco a escala. Lo hizo para tener un espacio de entretención en las horas libres que habían en la misión de poco menos de un mes.
Lo que comenzó como una factura con fines personales- un remolcador-, abrió paso a que un tercero le encargara una maqueta. La realizó y la vendió, siendo la primera de 68 que ha construido en una década (58 entregadas y 14 en proceso).
“Siempre me gustó el tema de las maquetas. De pequeño las vi en casas de familiares marinos y de Tumbes”, contó.
Sin planos, solo observación
No existen planos para guiar cada paso y desplazamiento de cada pieza al lugar correspondiente. Todo se hace por medio de un banco de fotos, con cientos y cientos de imágenes, de los barcos de la marina mercante.
Se mira, compara, repite, cada patrón observado en la pantalla de un pequeño computador.
“No hago buques históricos como la Esmeralda o el Huáscar”, advierte Juan en conversación con Diario Concepción; todo esto desde el taller que montó en su casa del sector San Marcos 2000 de Talcahuano.
Sierras, martillos, cables, cuelgan desde las paredes esperando entrar a los nudos de cada bloque de madera de 40 centímetros que luego serán un barco a escala.
El pino, casi en bruto, es cortado y recubierto con pinturas. Tras ir tomando forma tras cada corte, luego es complementado con los correspondientes accesorios, herramienta y lugar de un barco: desde el puente de mando hasta una grúa, según la especialidad de la unidad retratada.
Taller artesanal
El banco de fotos no es algo al azar. Juan trabaja de esa manera. Observa cada parte, por cada ángulo correspondiente. Y el motivo no es menor: “No tengo planos, las pesqueras no los facilitan y es difícil llegar a estos”, detalló.
Por eso, sumado a la dedicación total por cada una de sus obras, Montecinos puede tardar hasta 20 días confeccionando cada una de ellas. Eso en promedio, considerando que hoy sus maquetas no sobrepasan los 40 centímetros de largo, en su mayoría, al menos que alguien quiera una dimensión mayor, tipo diorama, de base ahuecada y una protección superior de vidrio.
“La gente que quiere una maqueta en su casa siente que con 40 centímetros es suficiente. He hecho otras más grandes que la piden para tenerlas en oficinas de pesqueras, navieras, etc”.
La labor de “Taller Artesanal Don John” (en Facebook) ya está en todo Chile. Desde todos los puntos del país tiene encargos. Cada maqueta parte desde los $150 mil y en ocasiones le han pedido hasta 3 unidades ya sea de maqueta o diorama. El más caro fue un remolcador ($600 mil).
-¿Cómo se complementa tu conocimiento de buzo de salvataje con esto?
-Mucho. Es que como buzo de salvataje conoces todas las partes de un barco, cómo son, para qué sirven. El tiempo que estuve en Asmar aproveché mucho de conocer aún más yendo a los talleres de especialidad, mirando, preguntando cómo se hacía cada proceso.
-Veo que cada barco está fabricado con mucho detalle…
-Todo lo hago yo. Hay parte de los barcos que los voy haciendo con varias cosas. Por ejemplo, el “winche” de la cubierta incluye ojales de zapatos porque asimila una de las partes.
-Es una gran dedicación todo esto…
-Es un gran “hobby lucrativo”. Me mantiene con la mente activa. Cada encargo son semanas de trabajo en el taller. Tengo mi banco de fotos de barcos con cientos de imágenes donde a medida que me piden uno sé que ya lo tengo en mis registros.
-Tienes encargos de todo Chile…
-En algunas oportunidades me han comprado o pedidos desde 3 barcos hacia arriba. Son personas que alguna vez navegaron en estas unidades y luego quisieron tener un recuerdo de estas lo más cerca posible y a la vista, ya sea en sus casas u oficinas.