“Enlazados en un baile cósmico a nueve mil millones de años luz de distancia de nuestro planeta, dos agujeros negros supermasivos parecen estar orbitándose el uno al otro, con un intervalo de dos años. Ambos objetos poseen masas equivalentes a unos cientos de millones a la de nuestro Sol y están separados entre sí por una distancia equivalente a unas cincuenta veces el trayecto entre nuestra estrella más cercana y Plutón”.
Así reza el inicio de un comunicado con el cual el Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (Cata), del cual es parte la Universidad de Concepción, da a conocer un importante hallazgo astronómico: la observación de un par de agujeros negros supermasivos que orbitan entre así.
“Cada uno de ellos tiene unos cien millones de veces la masa del sol y están miles de millones de años luz de nosotros. Uno de ellos está tragando material de forma tal que emite un chorro o jet que apunta hacia nosotros. Estos objetos están a 50 veces la distancia entre el Sol y Plutón, y la órbita que describen dura alrededor de dos años. Se estima que en unos diez mil años colisionarán liberando una gran cantidad de ondas gravitacionales”, comentó Rodrigo Reeves, académico del Departamento de Astronomía de la Universidad de Concepción (UdeC).
El académico comentó que se trata de un hallazgo reciente y los resultados acaban de ser publicados en una revista internacional especializada “The Astrophysical Journal Letters”.
“Sin embargo, las observaciones que llevaron a este resultado son un compendio de unos 45 años de datos de radio onda, tomados por diferentes proyectos astronómicos de monitoreo de este tipo de objeto y luego sometidos a rigurosos análisis matemáticos y estadístico para preparar la interpretación científica. En particular, con el estudiante de magíster de la Universidad de Concepción, Philippe Vergara, estudiamos el periodo de estabilidad, usando técnicas de matemáticas avanzadas llamadas Wavelet”, comentó Reeves.
La evidencia sugiere que la mayoría de las galaxias albergan agujeros negros enormes en sus centros, incluyendo nuestra Vía Láctea. Cuando dos galaxias se fusionan, sus agujeros negros se dirigen hacia el centro de la recientemente formada galaxia y eventualmente también se fusionan para formar un solo agujero negro más masivo. Mientras estos se acercan entre sí caen en una trayectoria espiral y distorsionan de manera cada vez mayor el espacio-tiempo, lo que genera ondas gravitacionales como fue predicho por Albert Einstein hace más de 100 años