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Conservar el patrimonio genético: Una prioridad para al restauración de la Cordillera de Nahuelbuta

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Fotografía: Cedida
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Utilizando semillas recolectadas localmente, el proyecto busca asegurar la protección y continuidad de las poblaciones de árboles con problemas de conservación, fundamentales para el equilibrio ecológico de la zona.

Preservar la genética de la flora es una parte crucial para mantener la diversidad biológica, la sostenibilidad y la capacidad de los bosques para adaptarse a los cambios adversos o inesperados. Al hacerlo, se garantiza que las futuras generaciones tengan acceso a la rica variedad de ecosistemas que la naturaleza nos ofrece.

Este es uno de los objetivos que la empresa ARAUCO persigue a través de su compromiso global de restaurar 25 mil hectáreas de bosque nativo para el año 2050. A lo largo del tiempo, la compañía ha incorporado a colaboradores locales en este desafío, creando alianzas que fomentan la conservación de la flora y fauna endémica.

Los árboles del futuro

Uno de los lugares en restauración en la Cordillera de Nahuelbuta corresponde a “Caramávida”, un Área de Alto Valor de Conservación (AAVC) de ARAUCO. Este espacio, que abarca más de 20 mil hectáreas, es considerado por la comunidad científica como uno de los sitios con mayor potencial para la conservación en la región del Biobío. Allí, la firma forestal llevó a cabo una jornada de recolección de semillas con el objetivo de generar los árboles que serán plantados en el mismo territorio.

“A través de este proyecto, buscamos salvaguardar el patrimonio genético de la Cordillera de Nahuelbuta, la más antigua de Chile, ‘La Cordillera Madre’”, explicó Aldo Ríos, jefe de Patrimonio de la zona. El profesional detalló que “estamos recolectando semillas de especies con problemas de conservación, como el queule y la araucaria; también de nothofagus, como raulí y coigües, entre otras, todas ellas son claves para mantener la rica biodiversidad de la zona”.

Esfuerzo colectivo

En esta fase crucial para el proyecto, se incorporan actores comunitarios locales, aportando sus conocimientos y habilidades para fortalecer el proceso de recolección, una tarea que comenzó previamente con la instalación de trampas para capturar semillas en áreas con presencia de árboles productores.

Marcelo RodrÍguez, quien además de ser recolector se dedica a la apicultura, cuenta sobre su rol en el proyecto y el beneficio para la conservaciones de las especies de la zona: “en esta temporada 2024 estamos recolectando semillas de raulí, queule y araucaria, para posteriormente comenzar a ‘viverizar’ estas semillas. De esta forma, protegemos y salvaguardas el patrimonio genético que tenemos acá en la Cordillera de Nahuelbuta, que es de un valor incalculable”.

Para las socias de la agrupación Hormiguitas Recolectoras de la localidad de Cerro Alto, en la comuna de Los Álamos, participar de esta iniciativa las enorgullece y evidencia la importancia del ancestral oficio de la recolección silvestre para la conservación de los bosques.

Albina Sepúlveda, parte de la organización, relata que “para nosotros, la recolección es muy importante. Nosotros ayudamos a la naturaleza a mantenerse y a protegerse, porque todo aquel que vaya a recolectar un producto forestal no maderero, tiene que hacerlo con respeto a la tierra, con respeto al producto que está ahí; ésa es la idea de la recolección, respetar y mantener lo que está en el lugar”.

Respecto de los siguientes pasos en este ciclo de conservación, Aldo Ríos explica que “una vez recolectadas, las semillas pasan por un proceso de limpieza y selección, para posteriormente ser llevadas a un vivero desde donde se van a obtener las plantas que volverán a los territorios para ser utilizadas en los proyectos de restauración que impulsa ARAUCO”.

La cordillera madrec

La cadena montañosa Nahuelbuta, destaca por su excepcional biodiversidad y ecosistemas únicos. Ubicada en las regiones del Biobío y La Araucanía, esta cordillera alberga un rico mosaico de bosques nativos, incluidos bosques de araucarias y especies de nothofagus, como robles y coigües, que son fundamentales para el equilibrio ecológico de la zona.

Su terreno, con altitudes relativamente bajas hasta picos más altos, crea diversos microclimas y hábitats que permiten la coexistencia de una amplia gama de flora y fauna, muchas de las cuales son endémicas y están en peligro de extinción. Por esta cualidad de fuente y refugio de biodiversidad, con especies que gracias a ella sobrevivieron a la última glaciación de hace 14 mil años, le llaman “La Cordillera Madre”.

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