Una problemática tan creciente como subestimada que compromete lograr desafíos globales es la inactividad física en Chile: mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció la meta de reducir en 15% su prevalencia a 2030, en el país sólo aumenta con el paso del tiempo.
Según cifras de la OMS el 31,3% de la población adulta mundial no realiza la cantidad de actividad física suficiente y necesaria para la salud, pero en Chile se superó el 32% en 2022 en una trayectoria al alza a través de los años que podría llegar a 37,5% en 2030.
Es la alerta de un análisis de investigadores nacionales de distintas instituciones que fue recientemente publicado en la Revista Médica de Chile con los objetivos de visibilizar una situación crítica e impulsar los avances necesarios para su abordaje urgente y efectivo.
“Si no se revierte esta tendencia, enfrentaremos un mayor riesgo de enfermedades crónicas y una carga insostenible para el sistema de salud”, advierte el doctor Carlos Matus, director del Departamento de Ciencias del Deporte y Acondicionamiento Físico de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc) y uno de los autores del trabajo. “Cumplir la meta de la OMS de reducir la inactividad física en un 15% al 2030 exige decisiones políticas concretas y una acción multisectorial articulada”, sostiene el también integrante del Observatorio de Acompañamiento Técnico del Ministerio del Deporte.
Alza y brechas
“Preocupantes proyecciones para Chile y el mundo: 1.800 millones de personas son inactivas físicamente” es la publicación que indaga en los hallazgos más recientes sobre inactividad física publicados por la OMS en la revista The Lancet Global Health y pone atención en los datos de Chile, evaluando las tendencias del 2000 al 2022 para proyectar al 2030. Matus destaca que el análisis también se da en el contexto de elaboración de la nueva Política Nacional de Actividad Física y Deporte 2026-2037 que lidera el Ministerio del Deporte.
El primer resultado relevante fue que la población adulta inactiva físicamente en Chile pasó de ser el 20,1% del total en 2010 al 32,3% en 2022, y de seguir esta tendencia se puede llegar al 37,5% para el año 2030, casi 1 de 4 personas. Todo lo contrario a lo que desafía la OMS.
Y el trabajo alerta preocupantes brechas en el fenómeno. Por un lado, marcadas desigualdades de género: 45,9% de las mujeres son inactivas y 30,4% de los hombres, y a 2030 llegaría al 54,4% en mujeres y 34,6% en hombres, expone el investigador. “Los adultos mayores también presentan cifras preocupantes”, asegura.
Bajo este escenario, la publicación revela que más de 6.500 casos de enfermedades crónicas y miles de muertes podrían prevenirse en el país si en la población adulta se alcanzaran los niveles recomendados de actividad física.
Alerta para la acción
Estas evidencias encienden alarmas que deben orientar acciones intersectoriales urgentes, según plantea Matus.
“Estos resultados muestran una tendencia que amenaza la salud pública y profundiza desigualdades sociales. La inactividad física no sólo aumenta el riesgo de enfermedades crónicas, sino que implica mayor gasto en salud y menor productividad y bienestar colectivo”, manifiesta.
Entre las propuestas destaca fortalecer las políticas públicas y programas que promuevan la actividad física, atendiendo el enfoque de género y territorial, con foco en mujeres y personas mayores. Además, deben ser integrales e involucrar al sector sanitario, educativo, laboral y social.
Aumentar la actividad física es un desafío urgente
La alerta por la crisis de inactividad física se debe a que genera variedad de riesgos incluso letales, como deterioro orgánico desarrollo de afecciones crónicas como acumulación nociva de grasa, obesidad, diabetes e hipertensión, y enfermedades cardiovasculares y varios tipos de cánceres, las dos primeras causas de muerte.
Mientras “la actividad física ofrece múltiples beneficios que abarcan no sólo aspectos físicos, sino también mentales, emocionales y sociales”, afirma el doctor Carlos Matus. Se debe a la influencia en procesos fisiológicos, como gasto energético y secreción de hormonas, que permiten promover la salud integral, y prevenir o controlar las afecciones.
Entre efectos físicos menciona controlar peso corporal y prevención de sobrepeso y obesidad; reducir riesgo de enfermedades crónicas, cardiovasculares y ciertos cánceres; y fortalecer el sistema musculoesquelético y mejorar funciones como equilibrio y movilidad que puede prevenir caídas y lesiones (crucial en personas mayores).
Además, afirma que beneficia la salud cerebral y mental. Se relaciona con mejora en la función cognitiva, estado de ánimo, autoestima y bienestar general, y reducción de síntomas de ansiedad, estrés y depresión.
Vida físicamente activa
Matus expone que para mantener la salud la OMS establece que adultos deben alcanzar semanalmente al menos 150 minutos de actividad física aeróbica moderada, 75 minutos si es vigorosa o combinación de ambas. “En niños, niñas y adolescentes, la OMS recomienda al menos 60 minutos diarios de actividad física moderada a vigorosa, principalmente de tipo aeróbico, además de incorporar actividades que fortalezcan músculos y huesos al menos tres veces por semana”, complementa.
Sin cumplir los parámetros se considera condición de inactividad física, afirma el académico.
“Actividades aeróbicas como caminar, nadar, andar en bicicleta o correr, y las que combinan fuerza, equilibrio y flexibilidad ofrecen beneficios integrales”, destaca, y también que “la evidencia indica que cualquier tipo de actividad física es mejor que ninguna”. Lo crucial para que reporte beneficios es la práctica regular y adaptada a condiciones e intereses individuales.
Para una vida activa aporta significativamente incorporar el movimiento en actividades cotidianas, como desplazarse caminando o en bicicleta si el trayecto lo permite, usar escaleras en vez de ascensores, y hacer pausas activas en jornadas laborales o académicas, por ejemplo.
“Lo ideal es empezar con metas pequeñas, evitar largos periodos sentados y elegir actividades que resulten agradables y sostenibles”, enfatiza. “Es clave acompañar con buena alimentación, descanso y salud mental”, cierra.