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Fiestas Patrias: estos son todos los tipos de cueca

Diario Concepción
Fotografía: Carolina Echagüe
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La cueca es una expresión artística con valor social, cultural e individual, y cada persona baila su propia cueca y cada comunidad valora la creada en sus tierras. El baile que cada día cercano al 18 de septiembre nos enseñan en el colegio, trasciende y se convierte en el corazón, en una tradición de los chilenos. Es el pegamento, desde hace mucho tiempo, de nuestra identidad cultural.

La cueca nace en diferentes periodos de tiempo según la zona geográfica, pero se puede concordar en que es durante el siglo XIX -alrededor de 1824- cuando cobra popularidad en todo el país. Es durante los primeros años de independencia de Chile como Estado nacional, que la cueca entra a jugar un rol representativo. Al principio aparece como zamacueca -o la actual marinera en Perú, que sufrió modificaciones con el paso del tiempo- y después se comienza a vincular a la idea de una danza nacional, bautizándola como “la chilena”.

“En definitiva, no era solo construir una constitución o institución, también era construir simbólicamente una comunidad. (…) Entonces una de esas vías fue el pueblo, es decir, el pueblo construía este concepto que se conoce como la identidad nacional”, explicó Cristian Núñez, presidente del IOV World Chile, organización que reúne a folcloristas de todo el país.

Posteriormente, durante los años de dictadura, en 1979, se publica en el Diario Oficial el decreto N°23 que oficializa a la cueca como baile nacional. Como consecuencia, los efectos de su difusión se hacen aún mayores, aunque los chilenos ya tenían a la cueca como una danza reconocida como propia. “Las expresiones musicales, poéticas o dancísticas que interpretan el alma de un pueblo se arraigan naturalmente, sin necesidad que sean impuestas”, comentó Patricia Chavarría, investigadora, folclorista y encargada del Archivo de Cultura Tradicional en Artistas del Acero.

Variadas expresiones

Con un país diverso geográficamente, surgieron múltiples variantes de la misma danza. Desde el desierto a los valles y cordilleras han mostrado sus propios colores, comenzando con la cueca nortina, presente en la cordillera, precordillera y ciudad, protagonista en carnavales, fiestas de santos patronos y otras de carácter familiar. Luego, está la cueca centrina, la más conocida y bailada en el territorio, introducida y masificada como consecuencia de los campeonatos, clubes, conjuntos y escuelas. La cueca centrina se ha tomado el norte y también, Chiloé.

Con respecto al archipiélago en el sur de Chile, podemos decir que nace un tipo de cueca nombrada como zamacueca junto a la seguidilla, el fandango y otros. Sin embargo, con el paso del tiempo ya se asienta el nombre de cueca chilota.

Acerca del fenómeno, donde la cueca centrina está tomando el lugar del resto de sus compañeras, Roberto Contreras, profesor de la Universidad de Concepción y del Biobío, expresó: “Yo creo que lo lógico sería que cada comunidad enseñe su cueca local, sin interferencia de la cueca centrina, porque verdaderamente se desvirtúa y se pierde esta expresión lugareña”.

Al respecto, Cristian Núñez señaló que “el criterio que se enseña en la escuela es uno geográfico de cueca nortina, central y cueca chilota. Sin embargo, se trata de un reduccionismo”. Agregó que se debe entender que además se puede categorizar por criterios según sus características formales, modalidad y función social, y llamó a no caer en la generalización y terminar borrando la diversidad existente.

Por ello mismo, Patricia Chavarría dijo que “la cueca como danza, es una conversación sin palabras en que hay un diálogo espontáneo de una pareja. Cuando se imponen figuras, pasos, movimientos del cuerpo, del pañuelo y se compite con todo ello, se está haciendo un daño irreparable a la identidad de una comunidad. Esa cueca la considero una falta de respeto a la libertad de cada bailarín”.

La cueca chora

Se concuerda entre los expertos que la tradición no se está perdiendo. Incluso, coinciden en que hay un brote de cueca en los últimos 20 años, y que aun en diversas localidades se puede apreciar a la gente bailando y disfrutándola. “La juventud actual encontró una manera de reencontrarse con la cueca a través de la llamada cueca brava, chora o porteña. Yo diría que allí estuvimos salvando la campana”, señaló Roberto Contreras, añadiendo que además las nuevas generaciones han asimilado nuevas formas culturales y las han facilitado para su disfrute. La cueca chora se presenta con instrumentos modernizados y sin requisitos de vestuario, lo cual facilita su interpretación.

“La experiencia me dice que hay y seguirá habiendo mucha pérdida de nuestra cultura, pero también que hay una resistencia a perder nuestra memoria. La invitación es a integrar la cueca, no solo como un movimiento, sino que traduzca nuestra emoción, nuestro cariño por ser quiénes somos”, afirmó Chavarría, indicando también que lo único que no se debe hacer es imponer una única forma de expresión.

“La cueca es una expresión territorial y vivencial, por lo tanto, la que más nos representa es la que pertenece a nuestra propia historia”, agregó Fabiola González, conocida como “La Chinganera”.

Finalmente, se entiende que se sigue disfrutando bailar esta expresión cultural a lo largo de todo el país, con las propias características y colores de las localidades. Tal como lo reflejan las palabras de Cristian Núñez: “La cueca está viva”.

 

 

Por Paulina Torres Díaz

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