Cuando Alicia Bustos se zambulló en las heladas aguas del fiordo en Puerto Chalupa, enfrentaba bastante más que solo un desafío físico. Con cada brazada atravesaba también los recuerdos de una vida de lucha, resiliencia y reinvención.
Esfuerzo que le dio réditos, porque a sus 54 años, esta funcionaria de la Dirección de Administración y Finanzas del Municipio de Talcahuano conquistó un inédito primer lugar en el Campeonato Internacional de Natación Aguas Frías (NAF) 2025, en la categoría damas 51 a 60 años con traje de neopreno.
“Me sorprendí, sinceramente. Se suponía que las nadadoras del sur tenían ventaja. Pero se dio todo bien. Quizás fue la estrategia, pero también fue el corazón”, relata humilde. Y es que su historia va más allá de una medalla; es el relato de una mujer que, tras enfrentar una separación y partir de cero, encontró en el deporte una forma de volver a creer.
“Después de separarme, me vine a vivir a otra ciudad con mis hijas. Estaba muy mal emocionalmente. La bici fue lo primero: ciclismo de montaña, luego ruta. Después vino el trote, los duatlones y, más tarde, la natación. Lo que nunca imaginé fue estar compitiendo en aguas abiertas”, recuerda.
Y no fue un camino sencillo. “Nunca fui buena para correr, por ejemplo. Aprendí mirando videos en YouTube, preguntando. Todo fue por cuenta propia”, relata. En la natación, su mayor desafío, también debió comenzar desde cero. Aprendió en la piscina de la antigua YMCA y, con los años, perfeccionó su técnica en lagunas, ríos y mar abierto. “Es muy diferente. Fue como aprender de nuevo. Y nadar en el mar te exige aún más. Hemos hecho prácticas en todas esas condiciones”, explica.
Nadando a nuevas metas
Hoy Alicia entrena con el Club de Actividades Deportivas Acuáticas de San Pedro de la Paz, que le ha permitido afinar su desempeño. Pero el resto del entrenamiento —gimnasio, bicicleta, trote— lo realiza de forma independiente, organizando su vida para compatibilizarlo con el trabajo y la familia. “A veces me voy trotando desde la municipalidad hasta mi casa en Hualpén. Son como 11 kilómetros y llego súper bien”, cuenta con entusiasmo.
Para Alicia, el deporte se volvió una terapia esencial. “Lo recomiendo a todas las personas que pasan momentos difíciles. A mí me salvó. Es algo que me hace muy bien”, afirma. Y los resultados lo respaldan. Tiene una pared llena de medallas, trofeos y reconocimientos. “Hace como 10 años empecé a notar que me iba bien. Me daba más motivación aún. Todo lo he logrado con disciplina”, destaca.
Sus hijas, estudiantes universitarias, son su motor. “Están orgullosas de mí. Siempre me apoyan. Ahora que son más grandes, puedo organizarme mejor para viajar y competir. Ellas me impulsan”, afirma la deportista, que ya proyecta los próximos desafíos: el triatlón de Pucón en septiembre, el Invernal de Chome en julio y una nueva competencia nacional en noviembre. “Estoy lista. Ya aprendí que no hay límites”, concluye.