En la Región existen tres de estas instalaciones: una en la Provincia de Arauco y dos en la de Biobío.
Este es un hito regulatorio que ya fue publicado en el Diario Oficial y que marca un punto de inflexión para una actividad económica clave en la Región del Biobío y, al mismo tiempo, para la calidad de vida de miles de vecinos que conviven a diario con esta industria.
La medida moderniza los estándares aplicables a la fabricación de pulpa Kraft o al sulfato, procesos productivos históricamente asociados a episodios de malos olores que han generado conflictos socioambientales en distintas localidades del sur de Chile.
¿En qué consiste la modificación?
La modificación corresponde a la segunda revisión de una regulación que estaba vigente desde 1999 y que, hasta ahora, no incorporaba avances tecnológicos ni aprendizajes derivados de más de dos décadas de operación industrial.
La nueva normativa regula específicamente los compuestos TRS, sigla en inglés de “Total Reduced Sulfur” o Compuestos de Azufre Total Reducido, identificados como los principales responsables de los episodios de olor asociados a las plantas de celulosa. Actualmente, en Chile existen siete instalaciones de este tipo en funcionamiento, distribuidas desde la Región del Maule hasta Los Ríos, varias de ellas con influencia directa o indirecta en el Biobío.
Desde el Ejecutivo, la ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas, sostuvo que esta actualización responde a un compromiso explícito con la salud y el bienestar de las personas.
Límites de emisión
Uno de los aspectos centrales de la nueva norma es la reducción de los límites de emisión de compuestos TRS para incineradores y calderas de poder dedicadas, dos de las principales fuentes de olor en este tipo de instalaciones. A ello se suma la incorporación de nuevas exigencias y condiciones operacionales para los venteos, además de la definición de criterios específicos para la operación de las lagunas de emergencia, que en episodios críticos han sido foco de molestias para las comunidades aledañas.
La obligación de contar con monitoreo continuo en línea aparece como otro de los cambios relevantes, al introducir una herramienta que permitirá un seguimiento permanente de las emisiones reales de cada planta, mejorando la transparencia y facilitando la labor fiscalizadora.
¿Cuándo comienza?
La regulación comenzará a regir el 2 de junio de 2026, seis meses después de su publicación, y su cumplimiento será supervisado por la Superintendencia del Medio Ambiente.
Este proceso se inserta en la Estrategia para la Gestión de Olores en Chile, una política pública que busca fortalecer el marco regulatorio para disminuir los impactos de este tipo de emisiones en la vida cotidiana de las personas.
El subsecretario del Medio Ambiente explicó que de acuerdo con la Ley Orgánica de la Superintendencia del Medio Ambiente, este organismo es el encargado de ejecutar, organizar y coordinar el seguimiento y la fiscalización de las normas de emisión, incluidas las relativas a olores, así como de sancionar eventuales incumplimientos.
Detalló que, una vez que la norma se encuentre vigente, la fiscalización se realizará a través de una estructura nacional con oficinas regionales, mediante programas y subprogramas anuales que definen criterios, cobertura territorial y número de inspecciones. Estas acciones se materializan principalmente en terreno y pueden complementarse con fiscalizaciones no programadas, muchas de ellas originadas en denuncias ciudadanas, conforme a los procedimientos establecidos por la ley.
En la práctica, señaló, el control de olores puede articularse con otros sistemas ya existentes dentro de los establecimientos regulados, como el monitoreo de procesos, variables operacionales o emisiones atmosféricas, especialmente en plantas que cuentan con Resolución de Calificación Ambiental.
Carolina Echagüe.
Visión del mundo académico
El director del Centro EULA de la Universidad de Concepción, doctor Ricardo Barra, valoró la actualización normativa y apuntó a la necesidad de implementar los cambios a través de la incorporación de las mejores tecnologías disponibles para el control de compuestos odoríferos.
A su juicio, los nuevos estándares obligarán a las plantas a integrar tecnologías adicionales, optimizar sus operaciones y robustecer su gestión ambiental. Reconoció que este proceso puede implicar inversiones y ajustes iniciales, pero subrayó que el resultado esperado es un proceso productivo más limpio, con menor impacto en términos de olores y con beneficios directos para la calidad de vida de las comunidades.
Efectos en la salud
El doctor Miguel Aguayo Castillo, jefe de la Sección Broncopulmonar del Departamento de Medicina Interna de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción, explicó que dentro de los compuestos TRS se encuentra el sulfuro de hidrógeno, fácilmente reconocible por su característico olor a huevo podrido.
Según detalló, la exposición a estas sustancias puede generar en las personas una serie de síntomas generalmente leves, como irritación ocular, molestias en la nariz y la garganta, además de náuseas o mareos provocados por la intensidad del olor.
El especialista recalcó que, en términos generales, las concentraciones de estos compuestos que se registran en los alrededores de las plantas de celulosa no son tóxicas ni se asocian a riesgos de mortalidad por inhalación.
Sin embargo, subrayó que el solo hecho de percibir de manera constante estos olores resulta molesto y, cuando la exposición es persistente, puede vincularse directamente a un deterioro en la calidad de vida de las personas que viven en las cercanías.
En ese sentido, precisó que, si bien no se ha demostrado una asociación con otras enfermedades respiratorias, la incomodidad permanente y los síntomas descritos refuerzan la relevancia de contar con normas más estrictas que reduzcan este tipo de impactos en la vida cotidiana de las comunidades.
Visión de vecinos
En la Región hay tres de estas plantas: en Horcones (Arauco), Santa Fe y Laja (ambas de CMPC).
Susana Henríquez Garmendia, residente del sector Los Horcones y colindante a las instalaciones de Arauco, relató que hay jornadas en que la intensidad del olor impide incluso abrir las ventanas de la casa.
Según describió, no se trata de episodios aislados, sino de una situación que se repite desde hace años y que termina influyendo en la vida diaria, en el descanso e incluso en el estado de ánimo de las personas. Para ella, el hecho de haberse acostumbrado a vivir con estos olores no significa que deba considerarse algo normal.
Su marido, Juan Escobar, expresó una percepción similar y comentó que durante ciertos episodios el olor se vuelve especialmente penetrante, sobre todo en horarios nocturnos o de madrugada.
En esas condiciones, explicó, conciliar el sueño se vuelve difícil y no es raro experimentar dolores de cabeza u otras molestias físicas. Más allá de si los registros técnicos indican que las emisiones están dentro de los límites permitidos, sostuvo que para quienes viven en el sector el impacto es concreto y permanente.
Consultada por Diario Concepción respecto de la implementación de la nueva normativa de emisión de olores, la empresa Arauco optó por no emitir declaraciones.